Que el último apague la luz

Con la boca llena por salir de la crisis del 2001 fueron implementando los cambios necesarios al antojo de turno, transformando un País en marcha en la sombra misma de lo que fuera alguna vez potencial de recursos y producción. La llegada de la democracia abría puertas de esperanzas y treinta años después están cerrados los portales de los sueños. Diez gatos locos se llenaron los bolsillos y de cuarenta millones el 25% la ve pasar quedándose sin respuestas.
El modelo implementado por el gobierno tuvo la consigna de “Ir por todo” y lo lograron apropiándose de “Todos” (los argentinos). En esta oportunidad la Revolución nació, se gestó y se ejecutó desde el gobierno hacia el pueblo. Dividieron, sometieron, vapulearon y una vez logrado el cometido lo llamaron “La década ganada”. Pero el país no tiene un peso, el sistema está averiado, las instituciones desgastadas, la credibilidad no existe y el futuro del país es incierto por lo que demanda el tiempo al hablar de futuro e incierto por las frágiles bases que hoy se sostienen.
La economía de una Nación marca una tendencia de producción y crecimiento. La estructura política la solidez de un sistema. Las Instituciones consolidadas el cimiento de garantías, derechos y ejercicios. En nuestro país actualmente “todo” tiene los conceptos tergiversados menos ese “todo” que persiguieron y supieron conseguir.
Mediante la mentira y el disfraz dinamitaron las esperanzas de muchos explotando la buena voluntad de los creyentes de la buena Fe, distanciando los argumentos de los obsecuentes que mantienen el discurso, aplaudidores fanáticos que se tapan los ojos para evitar ver la realidad de compatriotas y hermanos. Una realidad que muchas veces niegan por no querer reconocer que la llamada “década ganada” gesto vagancia, desempleo, insurrectos y “nuevo ricos” con la plata del pueblo.
Las fuentes laborales cayeron por la misma avaricia de tenerlo “todo” aunque les generara pérdida al Estado. El trabajador se quedó afuera y llenaron espacios públicos generando gasto interno excesivo con la muchachada de La Campora. Ni hablar de trabajo en general. Pero le tiran culpa a los medios, a los empresarios, al campo y a los que piensan diferente.
Listo, tema terminado, el modelo se agotó y con él las reservas. Las expectativas son inciertas, ni el gobierno sabe cómo le va a ir al país en los próximos días. Solamente tiene en la cabeza llegar de pié al 2015. Quizás el mismo sistema instaurado desde hace años permita zafar prescribiendo causas, ejercitando el olvido, siempre amparados por la impunidad.
Se vislumbra el final de un proceso y al mismo tiempo las consecuencias que dejará. La aplicación de políticas económicas a modo de paliativos e improvisación no deja de ser la muestra del desconcierto en sí mismo, o quizás, la falta de reconocimiento de un fracaso manteniendo al mismo tiempo la postura tozuda (si me permiten el término) de no dar el brazo a torcer y cambiar la estructura, lo que hace imposible cambiar entonces el rumbo.
El gasto público es una de las principales causales del desequilibrio económico de un país. Cuando el gobierno no pudo seguir aumentando los impuestos recurrió a la emisión monetaria. Los subsidios a los prestadores de servicios han demostrado que cobraron, no invirtieron y hoy estamos frente a una crisis energética denunciada hace años y postergada gobierno tras gobierno. Los “planes” para los más necesitados alimentan el clientelismo que asegura (aunque no tanto observando los últimos resultados electorales) el voto que permita perdurar en el poder. El país está en el medio de un juego perverso y parece que nadie se diera cuenta que el único perdedor es el mismo pueblo.
La ausencia de seguridad jurídica deja al descubierto el destino de una Nación. Una sociedad enferma no razona, mucho menos cuando está dividida. Los valores se han transformado en meros recuerdos. Lo correcto, ético y respetuosamente necesario quedó en la charla de café como parte de una historia, en el recuerdo de lo que en cierta etapa de nuestras vidas (para los más avanzados en edad) era práctica cotidiana de convivencia. Sociedad destruida.
No es derrotismo, es realidad. Argentina está sentenciada a padecer nuevamente mientras algunos darán la retirada como si nada fuera y una sociedad entera tendrá quizás, quizás digo, la esperanza que lleguen otros con algo de patriotismo en las venas dejando guardado en algún rincón de sus vidas el ego, la soberbia y la hipocresía.
Pero no hablemos únicamente de lo económico, social y político, hagamos mención a la parte más preocupante y triste de estos días, se trata de la ausencia presidencial que se lleva a cabo desde los resultados adversos de las últimas elecciones. Un vice que no ejerce, un Jefe de Gabinete que lo pusieron de salvador y resultó otro parche a la pinchada “Unión K”, un ministro de economía (bastante informal en todo) carente de cintura política y experiencia (ciertos cargos no son para los chicos) y un peronismo (como siempre) fraccionado buscando zafar una vez más de no quedar pegados en las páginas tristes de nuestra historia.
Por eso mismo cabe la expresión “que el último apague la luz”, pasaron 10 años y volvemos al punto de partida. Evidentemente algo hicieron mal, algo les quedó en el tintero (diría mi abuelo) para terminar un proceso en las pésimas condiciones que se encuentra el país. Hambre en un país productor de alimentos, desempleo a cambio de subsidios, deserción escolar, subsidios para jóvenes que la década ganada forjó, crisis energética nuevamente sin resolver, enfermos sin medicamentos, hospitales sin insumos, Argentinos sin agua, sin servicios, jubilados abandonados, tribunales atascados de amparos contra el Estado, crisis económica y productiva, en fin, la lista sería larga aunque pueda alguien decir que también hay una lista de aciertos, pero esa lista está implícita en las obligaciones inherentes a un gobierno.
Que Dios se interponga en el camino para que esto termine en paz y cada uno de los argentinos se reencuentre con su camino, su proyecto… su vida. Carlos Pianesi – escritor, director de revista Digital Ética y Moral – (www.revistaeticaymoral.com.ar)