PROBLEMA ESTRUCTURAL EN LA CAPACIDAD ARGENTINA Reviewed by Momizat on . No es cuestión de criticar, es cuestión de observar y analizar   Cuando un pueblo vota, lo hace por obligación cívica y convicción participativa. Está impl No es cuestión de criticar, es cuestión de observar y analizar   Cuando un pueblo vota, lo hace por obligación cívica y convicción participativa. Está impl Rating: 0
You Are Here: Home » sociedad » PROBLEMA ESTRUCTURAL EN LA CAPACIDAD ARGENTINA

PROBLEMA ESTRUCTURAL EN LA CAPACIDAD ARGENTINA

No es cuestión de criticar, es cuestión de observar y analizar

 

Cuando un pueblo vota, lo hace por obligación cívica y convicción participativa. Está implícito en el Derecho Constitucional y en el mismo estado democrático. Sus resultados es la demostración de la voluntad popular y ahí casualmente está la base la maduración política el análisis y las perspectivas de la mirada al futuro.

Casi un 50% de la ciudadanía, (porque hay que descontar los votos en blanco) le dijo así a la actual administración, está de acuerdo en el modelo, en la forma de administrar y en la estructura social con la que nos movemos.

Tiene mucho que ver esto con el aspecto social y eso sin dudas no son palabras menores. Quizás el análisis de la gente pasa por lo económico, que es de gran peso y para ello vale recordar que un pueblo salió espontáneamente a la calle cuando se le tocó el bolsillo, pero al parecer está conforme con la crisis moral, ética y de conducta que atraviesa nuestra sociedad.

No se trata de bajar una línea contraria a un gobierno, simplemente es cuestión de poner sobre la mesa todas las cartas y analizar desde lo social en el lugar que nos encontramos parados y si es necesario reclamarle a las autoridades un mínimo de orden y convivencia social.

Desde lo económico, el gobierno se ha encargado de entregar planes sociales que de cierta forma son de gran ayuda, ya que la carencia de trabajo y frente a la estructura social que tiene el país, vieron y consideraron importante combatir, si así lo podemos llamar, gran parte de las necesidades sociales. Esos planes, acusados en cierta forma por clientelismo político, no lo sería tan así si se tiene en cuenta la necesidad por sí misma y el rol del Estado de brindar el apoyo, la contención que demanda una alta franja de nuestra sociedad.

Pero si se lo analiza desde lo estructural, se utiliza un sistema que abre una gran brecha social por varios factores. Como estructura de forma, se armaron tipo cooperativas de una manera poco claras, ya que las mismas en su mayoría no cuentan con estructura de tal, pues existen falencias administrativas y carentes de estructura jurídica que pasaron a ser la demostración sistemática de un grupo de personas llevadas por una cabeza que los administra y que tienen íntima relación con allegados políticos. Ahí nace el concepto de la mayor parte de la gente que se trata de clientelismo, ya que conceptualmente no sólo la cooperativa en sí es otra cosa, sino además se reconocen a los llamados punteros políticos como sus coordinadores. Sobran denuncias públicas de aportes en dinero o favores de trabajo y también el permanecer y pertenecer a las llamadas cooperativas si se hace acto de presencia en determinados actos y pago mediante, a modo de gratificación.

No se conocen denuncias judiciales a tales efectos, pero la calle habla por sí misma en el malestar generalizado que explota a modo de denuncia cuando no se puede transitar por los piquetes originados en el reclamo de derechos sociales de quienes son claramente identificados como pertenecientes a dichas cooperativas. De la misma manera que se restó socialmente con la Institucionalización de los cartoneros, de la misma forma se agruparon y formaron las asociaciones (Movimientos) de piqueteros, que en definitiva sin poder sindical ni gremio que los albergue, tiene los mismos o quizás más derechos que los trabajadores.

Esto fue formando una nueva estructura social, pero lamentablemente se han descuidado otros factores que fueron llevando una cosa sobre la otra a una sociedad partida en dos, los agresivos y los agredidos. Casualmente, esos agredidos son los que por lo general, deben trabajar para pagar sus impuestos, pero quienes reciben el beneficio de esos impuestos son los que coartan la libertad de trabajo. Se fue permisivo en la realización, parecieran legalizadas, de cortes que si bien hace algo menos de ocho años se dijo no enfrentarlos policialmente, tampoco se impuso una medida de disciplina y control que permitiera no alcanzar los límites superados de la tolerancia en los que hoy se mueve la sociedad. Es más, en ocasiones existieron órdenes de fiscales en desalojar una calle y fueron como si nada, pues nadie las hizo cumplir. Simplemente a modo de ejemplo, en una oportunidad, frente a un corte en la calle Callao, Capital Federal, un Fiscal se hace presente y le dice al comisario, “Tengo aquí la orden de desalojar la calle y ordenar el inmediato restablecimiento de la vía pública”, pues el Comisario respondió –“Sí Dr., voy a ver que puedo arreglar con los manifestantes”-. Sin palabras verdad.

Esa desautorización judicial se fue instaurando en la sociedad. La desvalorización sobre el Agente Policial, la poca importancia sobre la Institución Judicial, la figura tergiversada del Juez, la pérdida de la credibilidad en la palabra política y la misma pérdida de lo que se llamaba tener palabra. Cosas que fueron cambiando con el tiempo, pero al mismo momento que transcurrieron los cambios, se fue restando cultura de convivencia, conducta y orden de lo social, se fue despertando ese qué se yo de la violencia, la personal, la doméstica y la social.

Por factores que se entrelazan con lo político y lo económico. Por la bajada de conceptos que orden y disciplina es sinónimo de militar. Por el mismo consumo de lo desconocido y la llegada de la tecnología que fue abriendo ojos al mundo, pero sin diferenciar el límite de con la libertad, que ambas cosas pueden ir parejas. Por llegar a confundir libertad con libertinaje por ese afán mismo de vivir sin frenos los que en su momento no pudo ser. Una cosa lleva a la otra.

Nada tendría que ver que la aplicación de planes sociales instaure nuevas formas, en verdad y en parte, nada tienen que ver. Pero la realidad muestra una especie de confusión que se origina en el margen de aplicación de derechos y las atribuciones que algunos sectores se tomaron. Pero fueron derechos que se otorgaron, conjuntamente con la aplicación de políticas sociales enmarcadas en la igualdad, sin haber explicado  que existen obligaciones primero para luego reclamar ciertos derechos y que en el pleno ejercicio de la libertad están enunciados los límites del deber y del derecho ajeno.

Se aplicó con el transcurso del tiempo una política de igualdad como corresponde, pero dejaron a la libre decisión de cada uno el ejercicio de las libertades. No se marcaron metas, solamente se abrieron puertas. Se fue perdiendo el significado “autoridad” y se hostigo a los que marcaban pautas de convivencia. Se los trató de “gorilas” a los que pensaron diferentes y se los limitó a los antojos de turno sin medir las consecuencias sobre los más chicos. Se mostró en parte lo que es autoridad con algunos medios de prensa y terminaron haciendo acto de soberbia e imposición, inclusive hasta cerrando kioscos por vender determinado diario. Se la llamó “Sensación” a la ola de violencia y delincuencia, sin medirse las consecuencias de los familiares de muertos por esos hechos. De esa manera la juventud se confunde, el mensaje es erróneo.

Las escuelas pasaron a ser un simple depósito de chicos, y en muchos casos, la única comida del día. Se tuvo que llegar a obligar la inscripción escolar y más de uno los anotó para poder cobrar los planes sociales. Hasta ese punto hemos llegado, que padres se sientan obligados por un gobierno y no por la mismísima función de padres de educar a sus hijos. Se fueron perdiendo valores, y con ellos, la dignidad. Se aplicó el perdón, mandato divino, cuando en realidad los hombres deben aplicar la Ley que es la reguladora de la conducta humana y la base misma de la convivencia social.

Hoy cualquiera lleva un arma. Cualquiera parece estar con derecho a matar. Mientras el concepto sobre las fuerzas de seguridad se lo bajó a lo más ínfimo, dentro de la sociedad cualquiera cree tener el derecho a matar. Se mezclaron las ideas. Se violó el derecho a la Paz. Las calles de las grandes ciudades se han convertido en una selva de cemento y una lucha sin cuartel. Hoy se vive en medio de una guerra social, donde el que se queda muere aplastado por el atropello y violado en todos sus derechos.

Cuando en los años 60 o 70 un chico llevaba bajas notas a la casa, los padres se preocupaban por lo que podría pasarle al hijo. Hoy, le preguntan por qué bajas notas y ante la respuesta del chico “el profesor me aplazó”, terminan moliendo a palos al docente hasta casi matarlo.

Es por ello que el Estado ha realizado contención económica con planes sociales, pero se olvidaron de educar, dejaron abierta las puertas a que cada uno haga lo que quiera. Se han olvidado de arbitrar la conducta, base de todo movimiento social. Base de la Paz misma, elemental para la vida del hombre.

En nuestro país, se tiene un problema muy grave de estructura social y de estructura de la capacidad. La de razonamiento, la de convivencia, la de prevenir que la tolerancia se agota y el desgaste aumenta y frente a una sociedad desgastada las posibilidades de crecimiento disminuyen, son escazas.

Esta es una realidad social que parece pocos quieren ver, o al menos no la tienen en cuenta. Seguramente se piense que es normal en las grandes ciudades, pues se olvidan que la sociedad es la base de toda Nación. Sin dudas se votó un modelo económico pero no un modelo social.

Deje un comentario

Scroll to top